Todos tenemos intereses particulares en la vida, y en gran parte es gracias a ellos que desarrollamos un uso específico del lenguaje. Hablamos de la última película que vimos o de la serie con la que estamos enganchados, del libro que queremos leer o del que acabamos de terminar, hablamos de política, moda o tecnología.
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Y cuando lo que anima una charla son tales intereses, en muy pocas ocasiones –podría decirse que casi nunca– nos detenemos a pensar en su relevancia. No lo hacemos porque estamos enfrascados en algo que nos place, y lo que allí se discute es lo que de interesante o asombroso esconde la vida para nosotros.
A quien le interesen los viajes y la cocina alrededor del mundo, poco tendrá para decir acerca de física cuántica; a lo sumo compartirá una breve opinión que pueda formarse a raíz de la conversación que se sostenga. Pero si se habla de los desafíos en materia de diferencia cultural que se enfrentan al viajar a un nuevo país, seguramente tendrá mucho por decir y animará la conversación con variadas e interesantes opiniones.
Cuando conocemos extensamente de un tema, ya sea porque es nuestro oficio, pasatiempo o nuestra pasión; en suma, porque es una fuerza que nos impulsa en la vida, llevamos dentro un verdadero motor que nos incita a hablar acerca de ello, a compartir ideas y experiencias, a enseñar nuestro punto de vista y a nutrirlo con aquello que los demás tengan para decir.
Esos intereses, gustos y pasiones precisan el uso que le damos a diario a las palabras, señalan mayoritariamente todo aquello que expresamos y comunicamos, así como lo que deseamos conocer; en última instancia, constituyen el verdadero núcleo del lenguaje. De allí la importancia de abordar el proceso de aprendizaje de una lengua extranjera a partir de la discusión de temas que nos sean interesantes y significativos.
Pensemos tan solo en la sensación de ansias por exponer nuestra opinión cuando lo que se discute es importante para nosotros; es eso lo que se debe buscar y propiciar cuando entramos en contacto con un nuevo idioma, pues los temas que nos despiertan placer y alegría nos hacen estar atentos y maximizar el uso de lo aprendido cuando deseamos comunicar algo.
Las palabras que a diario utilizamos revelan aquello que consideramos estimable en nuestras vidas, de ahí que debamos ir en busca de las palabras y expresiones equivalentes en otras lenguas que sean capaces de hacer lo mismo: dar forma al mundo y cimentar nuestra realidad. Y eso no lo hacemos de otro modo más que estando en contacto con lo que nos gusta y apasiona, hablando de ello a cada instante.