Los modelos de aprendizaje de segundas lenguas están orientados a la repetición y a la adquisición del idioma por medio del mecanismo en que se formó y se sedimentó la lengua madre. Se ha trabajado así porque los modelos de enseñanza pasados supuestamente demostraron ser ineficaces y aburridos. Es decir, los alumnos no aprendían, o les era muy difícil estudiar tablas de vocabulario o ponerse las cintas para repetir las palabras nuevas o las conjugaciones que aprendían de un idioma.
Juan Amos Comedio, autor del siglo XVII, destacó que el aprendizaje de palabras aisladas no podía ser utilizado más porque toda palabra provenía de un contexto y entonces los alumnos tenían que empezar identificando unidades más largas como oraciones. Posteriormente se llegó a la conclusión de que los métodos audio-orales eran los más completos porque ponían al alumno a aprender desde lo más básico y además lo remontaban al inicio de su primera lengua cuando aprendió a hablar.
De esta manera, se desarrollaron más métodos cuya orientación es totalmente hacia el aprendizaje de un idioma de manera natural e inmersiva, como si el alumno estuviera volviendo a aprender por primera vez su lengua materna. Estos métodos han prevalecido como triunfantes en las escuelas de idiomas, pero resultan problemáticos porque suponen que todos los alumnos tienen una inteligencia lingüística y que tendrán, por ende, la capacidad para inferir la estructura a partir los famosos Drills.
No obstante, los alumnos que no tienen inteligencia lingüística se enfrentan ante un problema que les genera estrés o bajo rendimiento en sus clases de idiomas. De ahí deriva la alta tasa de deserción o los clásicos discursos sobre la incapacidad para aprender un idioma. Esto genera un problema porque todo cerebro al estar configurado para ser lingüístico puede generar cualquier idioma si se le entrena a hacerlo. Por esto, poner al alumno en posición de adquisidor de un idioma resulta altamente riesgoso porque después de la sedimentación de una lengua madre lo que tenemos es el aprendizaje de una segunda lengua, no una adquisición.
Para lograr dicho aprendizaje debemos echar manos de muchas funciones y de múltiples inteligencias, para ello debemos descubrir cuál es la mejor manera de aprender de los alumnos, pero no solamente eso, sino utilizar la función metalingüística para poder pivotar dichos procesos. Muchas escuelas supuestamente a la vanguardia en educación han dado énfasis en el uso de inteligencias múltiples como motor principal del aprendizaje. Esta propuesta, ciertamente, viene de pedagogos, pero no de lingüistas, quienes estamos entrenados y sabemos cómo funciona un idioma.
Es por ello que, al utilizar la función metalingüística el aprendizaje se acelera. ¿Cómo lo hace? No le vamos a dar la receta a los pedagogos, sino que te invitamos a que pruebes mis clases, no como “teacher”, sino como profesional en lingüística aplicada al aprendizaje de segundas lenguas.